Puertas

Una puerta a veces también denominada un portal cuando se trata de una puerta principal en algún sentido, es un elemento de complemento en construcción con muy diversas aplicaciones, usos y emplazamientos, que industrialmente se fabrica en materiales básicos.  En el espacio arquitectónico sirve para separar estancias, facilitando tanto su aislamiento como el acceso entre ellas.  Dispone de varios tipos de herrajes metálicos del tipo bisagra, y puede tener cerraduras, candados, cerrojos y resbalones complementarios.

Durante milenios la puerta ha cumplido una función arquitectónica y social.  En las ciudades representaba un elemento clave en su defensa, en las casas nos preserva de las inclemencias del tiempo y también salvaguarda nuestra intimidad.  La puerta, al ser una abertura que nos permite entrar y salir, siempre ha sido considerada un símbolo universal que implica una transición de un lugar, de un estado o de un nivel a otro.  Se trata de un punto de acceso a una realidad diferente, superior o inferior: la luz y la oscuridad, la vida y la muerte, la ignorancia y la sabiduría, la culpa y el perdón, el cielo y el infierno… La puerta siempre nos anima al viaje, nos aventura al misterio.

De los portones o puertas coloniales de las casas llama la atención la colección de aldabas, que más que utensilios para golpear las puertas son maravillosas esculturas para anunciar a los visitantes.  Las aldabas son esos viejos llamadores de metal que muchas puertas poseían mucho antes de que existieran los timbres.  Durante siglos fue, sin duda, un símbolo de distinción de tal forma que existía un refrán en español que decía “A tal casa tal aldaba” refiriéndose por completo a términos de clase social y poder.  Los forjadores hacían verdaderas obras maestras, otorgándoles distintas formas en función de la demanda que hacían los dueños de las casas a las que iban destinadas.